Con bastones y a lo loco !!!: Bibliografia 4

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miércoles, 10 de octubre de 2012

Bibliografia 4


Arias Muñana E, Ariza Zafra G, Bajo Peñas L. Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología;2006.

Anciano Sano, enfermo, frágil.

A pesar de que el concepto de la fragilidad se haya ampliamente extendido en el ámbito de la geriatría y gerontología, la palabra frágil sigue utilizándose muchas veces de manera inadecuada. Se define, con otras palabras a un anciano frágil como aquel que todavía es independiente pero que corre un gran riesgo de volverse dependiente. Existen dos modelos que explican la definición de la fragilidad: el primero de ellos llamado modelo de brocklehurst la define como el miedo de perder la capacidad de seguir viviendo en la comunidad, esto puede llevar a la dependencia, a la institucionalización y por último a la muerte. El segundo modelo de Buschner define la fragilidad desde un punto de vista mas biológico, así las manifestaciones clínicas serian el inicio de la fragilidad. Ambos modelos pueden ser integrados considerando la fragilidad como un continuo que se inicia con una perdida de la reserva fisiológica del organismo suficiente para provocar un principio de deterioro funcional, si este progresa lleva al individuo a una situación de vulnerabilidad que requiere la utilización de recursos sanitarios y sociales. Si estas necesidades no son cubiertas se produce la dependencia, que más tarde puede llevar a la institucionalización y finalmente el fallecimiento. A la hora de detectar la fragilidad en un anciano encontramos gran variedad de criterios donde los más destacables son las actividades básicas de la vida diaria y las instrumentales.
En cuanto a las actividades básicas de la vida diaria (comer, higiene, vestirse, movilidad…) marcan la falta de independencia en el autocuidado y por lo tanto la necesidad de ayuda de otras personas. Estas pueden utilizarse como indicadores o marcadores de la fragilidad. En cuanto a la valoración de las actividades instrumentales de la vida diaria (limpieza del hogar, lavar la ropa, tomarse la medicación…) son más complejas y requieren un mayor nivel de habilidad para ser ejecutadas, por eso muchos autores las consideran como indicadores de riesgo de la discapacidad y marcadores de la fragilidad.